Un domingo por la mañana en la Iglesia una cantidad de fieles de alrededor 2.000 personas estaba reunida y se sorprendieron de ver dos hombres entrar vestidos de la cabeza a los pies de negro y con armas.
Uno de los hombres dijo, "el que se atreva a recibir un tiro por Cristo quédese en el lugar que está". Inmediatamente el coro se fue, los diáconos también se fueron y también se fue gran parte de los feligreses.
De las 2.000 personas sólo quedaban 20.
El hombre que había hablado miró al ministro y le dijo:
"OK PASTOR", ya me deshice de los hipócritas. Ahora puede empezar su sermón, que tenga un buen día".
Y los dos hombres se fueron.