La causa y el efecto

 

Desde lo alto de un minarete, un almuédano llama a la oración.

Se entusiasma a tal punto que pierde el equilibrio y cae justo en el momento en que pasa por debajo del minarete un maestro sufí.

El almuédano aterriza sobre el maestro, que debe ser hospitalizado.

Sus discípulos van a visitarle al hospital y le dicen:
-Tú que sacas provecho de todo  cuanto sucede, ¿Cómo vas a hacerlo de este acontecimiento?

- Pues muy sencillo –responde el maestro-.Esto demuestra que la ley del karma no es justa.
Se dice  que la causa produce el efecto, que el que siembra recoge lo que ha sembrado.
Sin embargo, en este caso, el almuédano ha sembrado y yo he recogido. Los otros pueden sembrar y nosotros recoger el mal hecho por ellos.
No vivimos en un árbol sino en un bosque.
Podemos ser perfectos en privado, pero si no  hacemos nada por el mundo, ello  recaerá, mal  que nos pese, sobre nuestras espaldas.
Respiramos el mismo aire, los mismos virus. Estamos unidos unos a otros.
Hay que estar muy atento al mundo, tomar posesión de él y hacer por él lo que se pueda. No somos seres separados. El error de los demás recae sobre nosotros.

 

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