El Arco Iris

Un día, los colores entraron en guerra.

Ya que, por supuesto, uno pensaba que era mejor que el otro:

El amarillo no paraba de jactarse de su valor, pues el oro es el elemento más valioso de todos.

El rojo, de su fuerza y poder ya que es lo que más está presente en las guerras.

El verde no se cansaba de alabar la naturaleza, donde era rey.

Cada uno hablaba tanto de sí, que pelearon durante mucho tiempo.
Debido a esto, el mundo perdió los colores.
Ya no había gracia en la vida ni había belleza.

Los Dioses, preocupados, se reunieron para ver que se podía hacer sobre el caso.
Decidieron entonces crear un símbolo de paz, y así fue como nació el Arco iris. En él colocaron cada uno de los colores y les mostraron los resultados.
Fue toda una sorpresa. Era algo mágico y soñador.

Al ver que la armonía entre los diversos tonos daba una belleza difícil de comparar, al percatarse que cada uno tenía algo que complementaba al otro y cada uno tenía un valor específico, los colores pararon la guerra y nunca más volvieron a pelear.

 

 

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