Una gota de agua

Érase una vez un alegre riachuelo que recorría los campos sin detenerse, en búsqueda de ese gran deposito de Energía Universal que es la mar; y una gota que se movía al compás de las corrientes del río se pregunt :
¿Cómo he de encontrar mi camino si ni siquiera sé de dónde vengo ni dónde estoy? 

Y la gota buscó entre los diferentes cauces que el río le ofrecía. Subió a la superficie y bajó a las profundidades del río, examino los animales que allí vivían y exploró los fondos poblados de piedras y de algas, examinó todo lo que a su paso encontró pero sin satisfacer sus inquietudes, su mente seguía preguntándose: ¿Cúal será mi camino y cuál será mi origen?

Mientras tanto, el río seguía su curso y dentro de él, la gota; más adelante y en medio de su búsqueda la gota subió a la superficie y coincidió que una nube estaba dejando caer grandes cantidades de lluvia sobre la superficie, no únicamente del río sino de los campos que este atravesaba.

Cuando la gota se dio cuenta que del cielo estaban cayendo miles de seres iguales a ella decidió acercarse y preguntarles: ¿De dónde vienen?

Seguramente ellas si sabrían la respuesta y tal vez su búsqueda podría terminar.

Mas no obtuvo ninguna respuesta, todas las gotas que eran depositadas en el río llegaban en estado de somnolencia, imposibilitadas de hablar y mucho menos de explicar su origen o la forma como habían llegado.

Después de preguntar a cuantas gotas se encontró, nuestra amiga renuncio a sus esfuerzos por intentar descubrir la verdad preguntándoles a estas hermanas que habían caído del cielo.

Quiso la casualidad que de pronto el río encontrara uno de sus afluentes y las aguas antes transparentes y frescas se vieron de pronto enturbiadas con la llegada de otras aguas provenientes de un riachuelo secundario, la gota entonces supuso que tal vez esas nuevas aguas podrían venir de la misma fuente de donde ella provino.

Se acercó y preguntó a cuantas gotas encontró que de dónde venían, cuál había sido su origen y por qué seguían todo ese mismo camino.

Sus respuestas la intrigaron aún más, ninguna de ellas sabia de donde habían llegado, ninguna de ellas, sabia hacia donde debían dirigirse pero lo más extraño es que ninguna de ellas se inquietaba en lo más mínimo por hacerse esas preguntas.

La gota seguía buscando y su inquietud crecía minuto a minuto, no tenía la menor pista de cuál había sido su origen, y como vivía dentro del río, tampoco percibía el movimiento que este hacía en su recorrido hacia el mar.

ensó que en alguna parte debía haber algún ser que si le pudiera dar una razón. Algo que sus hermanas las gotas no podían contestar.
Entonces pregunto a los peces y supo que los peces no hablaban su idioma, ni siquiera la escuchaban.
Preguntó a las algas y a las plantas acuáticas y lo que le contestaron fue: Que habían visto pasar a millones de gotas y que ninguna se veía preocupada como ella, que todas las demás iban alegremente en la misma dirección.
La gota pensó que las plantas debían estar enfermas puesto que no eran las gotas las que se movían sino las plantáis por eso es que ella les preguntaba... ¿hacia dónde se dirigen ustedes?

Pero las plantas contestaban que ellas permanecían quietas y que las que se movían eran las aguas del río. A la gota nunca le pareció razonable esa explicación y siguió pensando que las plantas sufrían de alguna extraña enfermedad mental.
Mientras tanto seguía su búsqueda y un buen día regreso a la superficie y lo hizo con tanta fuerza que por unos momentos se desprendió de la superficie y alcanzo a ver que el río era como un hilo extendido desde un infinito hasta otro infinito mayor y pudo observar el momento justo en que el río desembocaba en el mar.

Tuvo un chispazo de comprensión: su viaje había terminado. Pero en el choque de las aguas del río contra las olas del mar se sintió desprendida y subió convertida en roció hacia otro infinito más grande y maravilloso; una suave brisa la fue elevando hasta alcanzar una altura inconmensurable.

Fue entonces cuando percibió la figura del río desembocando en la inmensidad del mar. Supo entonces que durante toda su vida ella permaneció unida al río y unida al mar.

Supo que el río y el mar eran la misma cosa y supo entonces que su viaje no tenía un principio ni tenía un final, supo que desde siempre había estado unida a los dos extremos de su viaje, se sintió río, se sintió mar y ahora que podía observar todo desde el firmamento comprendió también que ella era el río, era el mar, era la Tierra y era el firmamento y cuando quiso que estas respuestas pasaran a las otras gotas que seguramente se estaban preguntando lo mismo que ella, se dio cuenta que esas verdades no podían ser transmitidas y que tarde o temprano todas las gotas descubrirían su destino en algún momento de su vida.

 

En esta ocasión el Maestro Amajur nos regala una parábola que refleja la profundidad de los pensamientos de los seres que buscan respuesta a las preguntas trascendentes de la vida.
No son las gotas ni los ríos, los personajes centrales de este cuento, somos nosotros, tu y yo, quienes lo protagonizamos. ¿Qué será el río? ¿Quiénes los peces? ¿Quiénes las plantas?
Esas son preguntas que nadie puede contestar por los demás.   

 

índice cuentos