El Sennyasi y el diamante

 

Érase un aldeano que  se encontró con un Sennyasi, una persona que tras haber alcanzado la iluminación, comprende que el mundo entero es su hogar, el cielo su techo y Dios su padre, que cuidará de él. Entonces se traslada de un lugar al otro, tal y como tú y yo nos trasladaríamos de una habitación a otra de nuestro hogar.

Al encontrarse con el Sennyasi, el aldeano dijo:

-¡No lo puedo creer!, anoche soñé con usted, soñé que el Señor me decía: "Mañana por la mañana abandonarás la aldea, hacia las once, y te encontrarás con este Sennyasi errante". Y aquí me encontré con usted.

-¿Qué más le dijo el Señor?, preguntó el Sennyasi.

- Me dijo: "Si el hombre te da una piedra preciosa que posee, serás el hombre más rico del mundo..." ¿Me daría usted la piedra?
Entonces el Sennyasi revolvió en un pequeño zurrón que llevaba y dijo:

-¿Será ésta la piedra de la cual usted hablaba?
El aldeano no podía dar crédito a sus ojos, porque era un diamante, el diamante más grande del mundo.

-¿Podría quedármelo?

-¡Por supuesto! Puede conservarlo; lo encontré en un bosque. Es para usted.

El Sennyasi siguió su camino y se sentó bajo un árbol, en las afueras de la aldea.
El aldeano tomó el diamante y ¡qué inmensa fue su dicha!, como lo es la nuestra el día en que obtenemos realmente algo que deseamos.
Después, en vez de ir a su hogar, se sentó también bajo un árbol y permaneció todo el día sentado, sumido en meditación.
Y al caer la tarde, se dirigió al árbol bajo el cual estaba sentado el Sennyasi, le devolvió a éste el diamante y dijo:

-¿Podría hacerme un favor?

-¿Cuál?, le preguntó el Sennyasi.

-¿Podría darme la riqueza que le permite deshacerse de esta piedra preciosa tan fácilmente?

 

Anthony de Mello

 

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